El tiempo de las cerezas
La cereza es una fruta característica de los meses de verano, concretamente de junio y julio. Su sabor dulce y su textura jugosa la convierten en una de las delicias más requeridas para el postre o la merienda. Asimismo, son indiscutibles sus propiedades nutricionales ya que es rica en vitaminas, minerales y antioxidantes, elementos fundamentales en una alimentación sana.
Este fruto de no más de 20 milímetros, de aspecto delicado y de gusto exquisito es uno de los más apreciados en la mesa durante los meses estivales. Existen más de mil tipos distintos de cerezas, pero todos ellos pueden agruparse en dos: las cerezas dulces (Prunus Avium) y las guindas o cerezas ácidas (Punus cerasus).
España cuenta con varios puntos geográficos importantes en lo que respecta al cultivo de cerezos, entre ellos se encuentran por ejemplo Alicante, Barcelona, Cáceres (comarca del Jerte), Castellón, Lérida, Murcia, Navarra y Zaragoza. Pero sin duda, la zona más conocida es la del Valle del Jerte. Su especialidad es la picota, cereza dulce (más resistente) que se vende sin rabo, aunque también cuenta con otras variantes.
Todos los tipos de cerezas son nutricionalmente muy parecidos, aunque es cierto que «la composición en azúcares puede sufrir ligeras variaciones de unas a otras, lo que promueve sus sabores más dulces o más agrios»
Las cerezas aportan hidratos de carbono, sobre todo fructosa, pero tienen bajo contenido en calorías, «unas 58 kilocalorías por 100 gramos», ya que están compuestas en un 80% por agua. Además, contiene una cantidad destacable de fibra por lo que su ingesta ayuda a mejorar el transito intestinal.
Propiedades nutricionales
Otros nutrientes que contienen son potasio, vitamina C y provitamina A. Pero lo que de verdad destaca de las cerezas es su contenido en polifenoles, antioxidantes que ayudan a combatir la acción de los radicales libres
Los polifenoles son sustancias químicas que se encuentran en ciertos alimentos y que actúan frente a la oxidación celular protegiendo al organismo del envejecimiento y, por tanto, de posibles enfermedades.
Asimismo, esta fruta tiene también pequeñas cantidades de melatonina, una hormona natural que segrega el cuerpo humano y que, según han descubierto científicos de la Universidad de Granada, sirve para controlar el aumento de peso (incluso sin reducir la ingesta de alimentos) y mejora el perfil lipídico en sangre, al reducir los triglicéridos, aumentar el colesterol-HDL (bueno) y disminuir el colesterol-LDL (malo).
Dentro de una alimentación equilibrada, destinada a mantener un peso adecuado y una buena salud, deben incluirse tres raciones de frutas todos los días, y una opción muy recomendable es tomar cerezas como parte de las raciones de fruta diarias. ¿Y cuántas cerezas se consideran una ración? Según Natalia Ramos, una ración de fruta está constituida por 120-200 gramos, teniendo en cuenta que una cereza pesa aproximadamente 10 gramos, y que parte de este peso es el hueso, una ración serían unas 15-20 cerezas.
Escoger las mejores
Para que el consumidor pueda aprovechar todas las propiedades nutricionales de la fruta es recomendable que esté en su punto óptimo de madurez. Al igual que ocurre con el resto de las frutas, se deben elegir aquellas que no tienen golpes o imperfecciones, y por el contrario, tienen la piel brillante y firme. Sobre todo la firmeza indica calidad. El tallo tiene que estar verde y fresco.
Según va avanzando el estado de maduración de las cerezas, su color es más oscuro, por lo que si se quieren consumir en el día, se deben elegir aquellas que tienen un color rojo oscuro, sin embargo, si se compran para varios días, se deberán adquirir las que tienen una tonalidad rojo intenso.
Claves para conservarlas
Las cerezas recién recolectadas pueden guardarse a temperatura ambiente, conservándolas en un lugar fresco y seco. Además, no se deben lavar hasta el momento antes de ser consumidas.
Una vez alcanzan el grado óptimo de maduración, se pueden conservar en refrigeración, retirando aquellas que presentan golpes, imperfecciones o están muy maduras, para evitar que deterioren el resto. Y para una conservación a largo plazo, se pueden elaborar mermeladas o bien se pueden congelar.
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