Las emociones de las personas con demencia
Las personas con demencia son conscientes de que están perdiendo sus habilidades para recordar, o para desarrollar tareas que antes realizaban con facilidad. Esta nueva realidad provoca en muchos enfermos algunas emociones fuertes como la ira, la frustración, la ansiedad o la depresión. Esta última es común sobre todo en pacientes menores de 45 años.
Es posible que un paciente con demencia muestre sus emociones de una manera mucho más expresiva, sobre todo porque la enfermedad reduce sus inhibiciones. El paciente pudo haber sido mucho más tranquilo antes, pero ahora ríe de manera histérica, llora desconsoladamente o grita cuando siente ira.
Ira y frustración en los pacientes con demencia
Es importante que las personas que cuidan a un paciente con demencia respeten su necesidad de seguir una rutina. Realizar las mismas actividades en un mismo horario es preferible a llevarle a un lugar desconocido con una multitud de personas que él desconoce, pues este suceso podría acarrear una emoción de ira o de frustración.
Para evitar que sientan las emociones de ira o de frustración, tratar a un paciente con mucho cariño es muy importante. También es necesario tratar al enfermo de demencia con mucha paciencia y repetir una indicación o descripción cuantas veces sea necesaria.
El cuidador deberá asegurarse de que el paciente con demencia no esté sufriendo una depresión. Es difícil identificar si existe o no una depresión, pues ambos problemas tienen algunos síntomas en común: problemas de memoria, apatía e insomnio.
Imitan las emociones de los demás
A medida que los pacientes con demencia pierden sus habilidades para la memoria o el pensamiento, aumentan otras capacidades emocionales de tal manera que se pueden mostrar más sensibles a las emociones de los demás, y las emitan. Si el cuidador de un enfermo de demencia se muestra alegre y positivo, el paciente sentirá las mismas emociones.